jueves, 5 de julio de 2012

La Puerta del Sol y los canales subterráneos

(Relato de Marga)

El resto nos dirigimos un poco sin saber dónde. Miramos un mapa y algunas personas debieron decidir dónde ir y otras nos dedicábamos a seguirlas y, simplemente, caminar.

Subimos y bajamos por algunas calles y finalmente nos desplazamos por la calle principal de subida, ya casi fuera de la muralla, donde nos quedamos un poco paradas y sin saber qué hacer.

En ese momento, yo vi un arco con un triángulo en la parte alta que me llamó la atención y me dirigí hacia él mientras esperábamos. Tenía una energía muy potente. Leí el cartel y vi que se llamaba "Puerta del Sol" y entre los pilares intermedios, dentro del arco, noté un gran flujo de energía.




Poco después salí de él a ver qué hacían l@s demás y, como seguían allí, me dirigí a un árbol cercano al lado de una especie de ruina que me llamó la atención. Al llegar, vi que era como una entrada de un canal. Abracé al árbol, como ya viene siendo habitual, y éste, que estaba inclinado, me indicó que siguiera sus raíces, lo que me llevó de nuevo a aquella entrada que estaba como a unos 2m de altura.

Entonces vi que brotaba agua, así que escalé un poco lal piedras para subir, mientras veía cómo Almudena Martín estaba también en la Puerta del Sol y César se dirigía hacia mi.

Al subir, encontré que era un pasadizo de una canalización de agua que salía hacia la tierra con una reja que, "casualmente", estaba quitada y me adentré un poco a ver. Al principio se veía, pero luego se oscurecía mucho, así que volví para fuera y vi que César estaba allí mirando y le invíté a subir, y también a Iván, que se había acercado.



Finalmente, sólo César y yo nos aventuramos a entrar, gracias a una linterna que, también "casualmente", había encontrado en mi bolsa al salir de casa ese día.

Fuimos adentrándonos en el canal, que no era demasiado largo, pero que estaba mojado y cubierto de una especie de babilla plateada, como si decenas de caracoles hubieran pasado por allí y que luego bromearíamos diciendo que era ectoplasma.

En el recorrido, había algunos puntos de luz donde se veía una construcción. El canal se cortaba en un punto donde parecía que el techo estaba derrumbado y ya no pudimos avanzar más. Cuando nos preguntábamos qué hacer, oímos la voz de Almudena Cerrato diciendo que estábamos justo debajo del Cristo de la Luz, que luego nos indicarían que era la Mezquita.



No sabíamos de dónde venía la voz, hasta que nos dimos cuenta de que Almudena había avanzado a oscuras siguiendo nuestros pasos. Al llegar, se le ocurrió depositar allí dos piedrecitas que había traído del Valle Sagrado y nos dimos la vuelta.


Casi al salir, César se paró un momento en una zona donde la huella de su mano quedó grabada y yo sentí que teníamos que coger una piedra de allí, pero no vi ninguna que se pudiera desprender de la pared y, al mirar encontré un cuarzo lechoso blanco a un lado. No parecía ser de allí. Parecía que alguien lo había colocado con algún propósito y dudamos si llevárnoslo, hasta que los tres comentamos que sentíamos que nos lo podíamos llevar, así que lo guardé junto con una hoja de parra que había encontrado al final del túnel.

En ese momento, César comentó que había sido como una iniciación y, justo entonces, metió el pie dentro del agua. ¡Iniciación completada!

También más tarde conectaríamos todo esto con la información del agua de Madrid y las canalizaciones que llegan a Toledo pasando por Titulcia (cueva de la Luna) y Aranjuez, y la importancia de reunir a la madre-femenino-Madrid-agua con el padre-masculino-Toledo-tierra.

Salimos de allí emocionados por la experiencia y más tarde César comentó que aquello lo había sentido como una acción de confianza. Yo había confiado en el árbol; César había confiado en mi; Almudena había confiado en ambos, adentrándose, además, sin luz, sólo guiada por nuestra voz. Poco después llegaríamos al Alcázar, donde encontraríamos una estatua de una mujer alada y con los ojos tapados ofreciendo (o recibiendo) una espada, justo encima de un águila, y a cuyo pie se indicaba: FE.

 

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